sábado, 11 de abril de 2009

III

Así, un perro verde se hunde
entre los ánimos desnudos de su vientre
-mientras trastoca la avenida-
Y se le infla el pecho de puro discernimiento
-del sano-
porque ahora lo ve todo claro,
aunque tenga cataratas.
Y lo ve todo limpio,
aunque tenga sarna.

Y hay cosas que ya no importan,
porque se va tranquilo.
En ese punto es donde uno ya no transa
-autoexilio-
y el poderoso torrente que antes daba oxígeno se pierde,
volviéndose espeso.
Y se enroncha el cuerpo
-y a ratos la mente-
Y se nublan los ánimos que mueven una brocha (o un lápiz)
dejándolos secos y expectantes.

Ya nunca más volví a escuchar ese cedé,
y nunca más volví a dibujar un pentágono de tierra.
-porque no se valoran
y amargos en su centro se tornan-
llenando el vicio necesario
para invernar en estos 40º sensación térmica.
Y permanecer bajo las mantas
-quietecita-
llenando de pus la sinapsis
estridente y carente de reconciliación con sus pares.
Ya no miro en perpendicular a Nataniel cox, pues buscaría,
y encontrándome ya de noche, me perdería.

1 comentario:

  1. Claudia realmente muy bueno tus textos me gusto mucho este... sorprende tu cualidad sigue cultivandola..nada que decir màs felicitarte!!!

    Margarita

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