jueves, 9 de abril de 2009
I
De lo melancólico y sujeto a terceros
te hablo de un recibimiento con olor a Julio;
-tierra en su humedad-
De un día que se hunde en su propio recuerdo,
cual mañana en toma;
incluido en ella el tamborileo de ollas vacías
y el despeje de una supuesta pista de baile.
Te hablo de lo que ha ido siendo desde que he decidido no ser.
De cuando ya no dibujo pentagramas,
ni lloro entre luces navideñas.
Porque una puede estarse calladita
y a la espera
-en un bandejón intermedio-
o simplemente correr,
correr con la alegría propia del verano y los amigos que parten.
-que se parten-
Doy vuelta la piel
y dibújome en el pavimento fresco.
Recito maldiciones reencontradas,
escarbo en el ácido materno
y anulo la incapacidad de ser capaz.
La omito.
Porque es allí donde me cortan el tendón
y me convoca el silencio de la carne negra
-todo se vuelve en línea recta-
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