un día de invierno en primavera, donde pocas veces se busca el tránsito y se dibuja la perpendicular a lo que no conocemos y nunca llegará.
yo me digo que es tan difícil no recordar las escamas y lauchas recorriendo las paredes. las fibras de la cama. y me digo también que la pena se baja con la lluvia y se queda impregnada a los zapatos. a la vida. y flotamos cual colilla en medio de las aguas estancadas de santiago. viéndonos mudos. cegados de manos y pies.
hay que darse al cambio.
botarse en la lluvia.
arremangarse los puños y partir en medio de la nada, con todos.
y si ya en un caso extremo se forma el coágulo, nos visitamos entre dientes, relinchando viento y contraviento de las ánimas. vulgarizando contenidos tácitos y nos damos una sonrisa a contrapelo. para no ser menos.
siempre la causa es tan noble, justificada ya de entrada.
me extiendo por sobre los tiempos, cubriendo ya mi cara y mis muñecas para que no entre el frío ciudadano y mal intencionado. entonces, espero.
Gracias a facebook me encontré con tu blog y me encantó.
ResponderEliminarSaludos de un amigo de un amigo.